para mantenerse firmes ante las tentaciones que proceden del maligno. Como declara el salmista: “En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti” (Sal 119:11). 6:18a–d Y al orar en el Espíritu en todo momento con toda clase de oración y petición (διὰ πάσης προσευχῆς καὶ δεήσεως προσευχόμενοι ἐν παντὶ καιρῷ ἐν πνεύματι). En el centro de la lucha espiritual está la oración. Pablo no presenta esta como un arma adicional, sino como una actividad fundamental y continuada que
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